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lunes, 8 de julio de 2013

Semana 21 y el nombre de la cigota

No estaba muerta, no, estaba haciendo rentas... aunque por suerte ya se han acabado. La felicidad no me ha durado mucho, que los impuestos sobre sociedades, el segundo trimestre y las dichosas cuentas anuales están a la vuelta de la esquina, pero ya se vuelve a ver de qué color es la mesa y la sala de espera vuelve a ser lo que era, que no es poco. Y lo más importante: ya se ve la luz al final del túnel en forma de jornada de verano, que es lo más parecido a la buena vida que se puede tener trabajando en verano y como vivir dos días en uno.

La nena va creciendo a pasos agigantados, casi tanto como mi panza. Aunque la aplicación del móvil dice que debería pesar unos 360 gramos, la cruda realidad es que pesa 400 gramos y mide 22 centímetros. La información de primera mano me la ha dado el ecógrafo de viva voz(o como se llame el médico que hace las ecografías) e incluso hemos visto a la nena en 3D el arte que se da para patalear (pronto empieza) y para chuparse las manos como si no hubiera mañana. Parece increíble que sea ya una mini-personita con todos sus órganos y sus huesecillos bien formados, con tan sólo 5 meses de gestación. Según el señor médico, el nivel de desarrollo es el que tiene que tener, ni más ni menos, así que todo bien por ese lado. Otra cosa es que al final me salga una gigantoniña del uno, y a ver qué hago yo con las monisitudes de la talla 0 que ha comprado la abuela. 

La otra buena noticia que nos ha dado el ecógrafo es que sigue siendo una niña, que a estas alturas entre todos ya habían conseguido que me planteara yo la fiabilidad del "parece una niña" de hace dos meses. Que si los ecógrafos se equivocan, que si a lo mejor no se le veía bien el pitilín pero es un niño... que si bla bla bla. Es una niña y punto, así que sigo con mi plan de llevarla de rosa y hacerla coletas cuando tenga pelo suficiente. Eso sí, sigue sin tener nombre y parece que a cuenta del padre va a seguir así hasta el día de inscribirla en registro civil. Mi lista de nombres quedó reducida a menos de la mitad de un plumazo y de ahí se quedó en dos posibles nombres que en principio nos gustaban a los dos: Claudia y Alicia. Para mi sorpresa, algo ha debido pasar a lo largo de las últimas semanas porque ahora el padre de la criatura dice que Alicia ya no le gusta y que o bien la nena se llama Claudia ó le planta el nombre de Victoria sin pensarlo dos veces. Y Victoria vaya, pero por lo de Vicky no paso.

Reconozco que a estas alturas yo ya me había hecho a la idea de ponerle Alicia a la nena, que es un nombre poco oído últimamente y además me suena a mí muy dulce y muy mono. Lo de Claudia me gusta también, pero debe ser el nombre de moda y vayas donde vayas ves Claudias a pares, así que eso me echa un poco para atrás. Ya se verá.

Desde la semana pasada ya noto que se mueve, aunque reconozco que al principio no tenía muy claro si era ella ó si eran gases traicioneros. La hora de irnos a dormir se está convirtiendo en un momento muy especial del día, porque cuando me tumbo noto mucho cómo se mueve y el papá novato aprovecha para poner la mano y esperar a ver si la da por hacer ballet en ese momento.

Por fin me he bajado del burro y este fin de semana vamos a empezar con los preparativos de las cosas de la nena. Lo único que tenemos de momento es el Bugaboo en el trastero y reconozco que me hace mucha ilusión sacarle para ver cómo es y también ir trayendo la cuna, la minicuna y todos esos bártulos que supondrán el inicio de la invasión de la casa. Ay.

sábado, 6 de julio de 2013

Berenjenas rellenas, las de toda la vida

Aquí vengo un día más con mis fotos, mi receta y toda la parafernalia dispuesta a descubrir las américas como si esto le fuera a sorprender a alguien ó como si de un nuevo capítulo de Masterchef se tratara.

El otro día, en un arranque de valentía y visto que las fotos del pisto no habían quedado mal, decidí documentar el cómo de estas berenjenas rellenas y para horror del padre de la criatura me metí en la cocina cámara en mano y con el trípode bajo el brazo. No es lo mismo hacer fotos a medida que vas cocinando cosas calientes que hacérselas a un inocente bizcocho, más que nada porque el margen de error es mucho menor y como te líes a sacar las fotos que si así o que si asá, tienes todas las papeletas para acabar comiendo en el Burger King más cercano. Al factor "date-prisa" hay que añadir que mi cocina es estrecha y larga como ella sola y que dependiendo del día, la luz de la terraza no llega a la zona de la mesa ni con recomendación así que en un alarde de valentía, utilicé mi focal fija de 50mm y casi tengo que subirme a los armarios para sacar la mitad de las fotos. En fin. Aquí os dejo con la receta que, si bien no tiene ningún misterio, está muy rica, incluye un montón de verduritas y tiene poca grasa de esa que se adosa rápidamente al flotador.





Lo primero es mezclar la carne con un diente de ajo picado en trocitos. Añade sal y, si tienes perejil, échale un poco también, pero en mi caso yo no tenía. Sofríe la carne en una sartén, pero tampoco te pases que si no luego entre la sartén y el horno puede quedar tipo suela de zapato.


Corta la berenjena por la mitad y hazle unos cortes alrededor y por el centro como los de la foto. Pon a cocer las berenjenas en agua con un poco de sal y déjalas ahí durante 20 minutos ó hasta que veas que están blanditas.


Mientras se va cociendo la berenjena, corta la cebolla y los pimientos en trozos chiquititos. Cuanto más chiquititos, mucho mejor. Una vez cortada la verdura, ponla a pochar en una sartén hasta que quede blandita y no te olvides de echar un poco de sal.


Mezcla la carne con tomate ó, si te atreves, con un buen chorretón de ketchup. Me confieso tomate-fan, pero para este plato prefiero el ketchup de aquí a Lima, aunque pueda parecer un poco marranada. Revuelve con garbo y añade las verduras pochadas.


Saca las berenjenas cocidas del agua y déjalas enfriar. Retira la carne del interior ayudándote de una cuchara y mézclala con el mejunje de carne y verduras pochadas. 


Una vez que tengas bien mezcladito el relleno, dispónlo dentro de las berenjenas vacías. Al principio parece que no va a caber todo, pero apretando un poco con la cuchara al final siempre cabe todo. Añade mozzarela rallada por encima y hornea un ratito hasta que se funda.


Et voilà, ya tienes terminada la receta de berenjenas rellenas de mi madre ó de todas las madres, no lo sé muy bien. La cuestión es que está muy buena y que si la preparo yo en un plis cámara de fotos incluida, lo hace cualquiera.

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